jueves, 23 de mayo de 2019

DÍA 5: JUEVES 23 DE MAYO –– paseador de perros (Recoleta) de 10 a 16


Estoy fusilado. Física, emocional y mentalmente fusilado, pero feliz. Feliz y sorprendido por lo que pasa cuando uno empuja el cuerpo a experimentar en los bordes de sí, en sus márgenes y casi sin restricciones. Eso podría parecer exótico o despampanante y, sin embargo, no lo es; por el contrario, se trata de algo tan sencillo y cotidiano como ponerse literalmente en el lugar del otro –no de cualquier otro ni de cualquier forma– y, con su venia, “ejercer” de ese otro sin dejar de ser uno. Esto puede sonar muy complicado y no es la idea.

A Ro lo conozco de yoga. Compartimos clases desde hace unos cuatro o cinco años. No sé cuánto tardé en enterarme de que paseaba perros. Anduvo un tiempo desaparecido y dos semanas atrás –un lunes, como siempre– nos volvimos a encontrar en las prácticas de Julio, nuestro profesor. Al verlo se me ocurrió contarle mi proyecto para ver si le interesaba participar. Su respuesta fue un entusiástico “sí” con sonrisa Colgate.





Arrancamos en la esquina de Santa Fe y Libertad para recoger a Bono, un golden retriever fortísimo como un buey que es “segunda generación”. Eso quiere decir que Ro, que se dedica a esto desde hace dos décadas y siempre por Recoleta (síganlo en @dogsrecoleta), empezó paseando nada menos que a la madre. Bono se suma a Manola, una labradora mestiza que unos colegas de Ro encontraron abandonada en la calle y él adoptó. En pocos meses ella ya aprendió a moverse junto a su amo de acá para allá en patineta.

Queda claro desde el vamos que, aunque sea una perogrullada, para pasear perros primero hay que adorarlos y tenerles la mar de paciencia. Aparentemente, dos condiciones que escasean. ¿O acaso no vieron a paseadores sargentos, malhumorados y desafiantes, acogotando a los pobres animales y golpeándolos con un diario enrollado?

No sería el caso de mi amigo, que sólo trabaja con pichichos “deseados” por sus dueños y, por antonomasia, por él, de modo que ese doble amor engendra perros empáticos, cariñosos y educados. Algo fundamental para moverse con inmensa responsabilidad por las calles de la ciudad a los ojos de vecinos –¡otra vez!– caracúlicos y discriminadores que le han llegado a gritar cualquier barbaridad a Ro.





Seguimos de recorrida por un barrio que él conoce como la palma de su mano. Sabe qué veredas son más tranquilas que otras, incluso cuáles tienen mejor energía dependiendo de los porteros o de los tenderos; sabe qué atajo tomar si corta tal semáforo y en qué librería mora un amenazante gato maullador; sabe cómo sortear a otros paseadores para evitar encontronazos y todo lo hace con la misma sonrisa Colgate con la que dijo “sí” el otro día.

Llevo a Bono y a Manola de una soga atada a mi cintura –tarea compleja, al principio soy un enredo de patas con correas con patas– cuando llegamos a Larrea y French a buscar a Aslan, un caniche gris taciturno y armónico. Parece un viejo navegante. Apenas baja levanta la pata en el primer árbol que ve. Ro sabía perfecto que eso iba a pasar, cómo también sabía que Bono haría sus necesidades no sobre una tapa de Edenor cualquiera sino sobre “ésa” tapa y no otra. “Los perros”, dice, “son animales de costumbre”. Un poco como los humanos, convenimos a dúo. Y me cuenta que su función es que sus paseados se ejerciten, hagan trizas el sedentarismo y vuelvan cansados a sus casas. Ah, y que, como estamos a jueves, la cosa pinta más tranquila que si fuera lunes, pero yo no me fío: me entrevero con las patas y las correas y cada tanto un tironeo de Bono me transforma en un hombre diagonal.





Vamos conversando de todo muellemente. Hablamos de un decreto gubernamental aún vigente que estableció en 2001 que los paseadores no podían pasear a más de ocho perros. Hablamos del auge de este oficio; por caso, sus correas tiraban de ¡treinta! mamíferos, pero la crisis –y las crisis– cambiaron el panorama, como prácticamente todo en este país, y la necesidad hizo que ahora muchos se peleen por levantar la caca de los perros. Hablamos de que el 80% de los porteños tiene canes y pela un tupido llavero y entra en la casa de Santillán, un sin raza recogido en Uruguay y con sus mañas. Faltan Mandy y Fiona, dos labradoras negras para completar el sexteto y sentir que son ellos, enganchados a un mosquetón en mi cintura, los que me llevan a mí.

Ro llena un balde con agua en la canilla externa de un edificio de Ayacucho y Quintana, compramos unos víveres frugales y al rato estamos bajo un pino del Parque Thays, un pino que Ro vio crecer a lo largo de estos últimos veinte años hasta convertirse en un señor pino que viene a ser su oficina de lunes a viernes entre las 12 y las 15. “Mi trabajo es inestable, pero como esto no hay: ¿en qué trabajo con jefe y horario fijo tenés esta vista y esta libertad?”, dice cuando conecta el teléfono a un parlante y suena Bob Marley. Estiramos una lona y hacemos yoga rodeados de quichicientos perros. Al rato aparece mi tía Titi con mi primo Pepo, genios visitantes, y se integran como si nada a la rutina. Allá, a lo lejos, se apelmazan los autos en la avenida Libertador.





Poco antes de levantar campamento llegan otros visitantes: mi hermana, su novio y dos de sus tres hijas. A mi hermana la veo acercarse con ojos de bruja y, cuando está a dos pasos de Ro, se percata de que hace mil años él fue novio de una íntima amiga suya. Se abrazan. Se sacan una selfie. Cosas de la vida. Lindas cosas de la vida.

Vaciamos el balde. Acomodamos los petates y emprendemos la vuelta. Los seis perros que cuelgan de mi cintura –de memoria, eh: Manola, Bono, Aslan, Santillán, Mandy y Fiona– están más calmados que a la mañana, de modo que devolverlos a sus hogares es una tarea dócil comparada con buscarlos. El último es el caniche taciturno. Miro el mapa y me entero de que hoy caminamos, en total, doce kilómetros.



2 comentarios:

  1. Qué bueno que lo hayas podido llevar a cabo y muchas gracias por compartirlo!!

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  2. Estoy viendo tu permomance. Soy de Rosario . me moviliza mucho tu parte de humanidad..algo poco común en muchos artistas..
    Traes en vivencia lo que se ve en los barrios.. Lo que se vive en cada parte del pais.
    Gracias !!!

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